Para L. T.
Está el ojo que mira... Mira y no ve.
(Bien lo sabe el dueño de la tele...)
Les tira migas de pan a las gallinas
y las gallinas comen lo que el dueño les dé.
Los miedos de comunicación manipulan
los temores de la gente y así...
Las gallinas votan el producto de las migas.
Luego está el ojo que ve y no dice nada;
casi siempre inteligente
y consciente del párpado
navega los meandros de otras mentes,
atento a toda oscuridad.
Y en el final está el ojo que penetra tu retina
mira, intuye y ausculta, inquiere y verifica
hasta ese sombrío tramo íntimo
de tu uretra macha y de tu puto colon:
El ojo-skopos pregunta
qué será.
Con eso dejará su daga
para siempre clavada
en tu mirada.
(Salvador seminó por lo menos
uno de sus cuadros)
El ojo-skopos que ignora ese dato
sin embargo te afirma en su pregunta
-tanto como en el fondo
te cuestiona en medio de su tesis-
Qué
y más aún:
Por qué.
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