viernes, 13 de septiembre de 2013

Yo so noy.



No sé qué hago aquí, en esta tierra.
Me parece que vine de otro lado.
No me refiero a otras orillas ni laderas;
a mí me parece que vine de un sitio muy lejano:
De un planeta vasco.

No la pasaba bien en muchedumbre ni tampoco
estando solo, qué caracho.
Apenas si la piloteaba con una mujer que tuviera su mirada,
su sonrisa y sus tetas bien puestas.
Su buen culo, claro, uno es vasco pero humano.

Pero no soy, yo sé que yo no soy
lo que esperaban de mí los peroradores
de la madre patria,
esos hijos de dictadores
y de sus putas madres y las reputísimas madres
que los (recontra re mil) recontra parió.

Yo sé que yo no soy de esos que promueven
amores peronistas -ni siquiera populares-
o que sus nombres queden estampados en las paredes
que sus rostros pinten las remeras
de los niños y sus madres, de los padres y la gente.

A mí me parece que vine de otro lado.
A veces creo que he visto la patria verdadera
y no es ésa que decían los traidores.

Yo vi a mi gente trabajando en la vigilia
con un deseo inclaudicable por las noches.
Gente que sabía lo que tenía aunque no tenía nada
y alquilaba el espacio del presente,
pero se sabía dueña del porvenir y de las flores...

Yo, que no sé qué hago aquí en la tierra,

sí sé que de ese sitio imaginario,
de un planeta vasco
y del polen
vengo yo.
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