miércoles, 3 de julio de 2013

Aquí vamos otra vez



Nuestra estancia en la tierra no es más cosa
que la suma de mil cosas digamos cien atardeceres
otros besos otros goles no olvidemos buenos polvos
las miradas que llegaron ese vientre que crecía
una tarde, una mañana, lunas llenas que asomaban y se quedan afuera
abrazar al mundo -que eras vos- en la teta de tu madre
la primera caca que le damos a esa madre y a papito un pedo bien tirado
entregarse a los brazos de Morfeo
que te salga la leche sin quererlo
esa vez que te rozaron con un dedo
y Bochini, claro, Maradona, el Enzo, Perón o el Mudo del Abasto
que llegaron en el momento justo no es casualidad.

La estancia aquí en la tierra nada tiene que ver con las estancias
las vaquitas el pañuelo de seda en el invierno
y aquel sombrero pelotudo que te dieron en tu santo, pelotudo.

La estancia en la tierra se caga ahí en tu cátedra
porque sabe que que aparte del diploma te has robado casi todo lo que tienes
los penosos premios fogoneados
en el puto trajín de tu edificio tu triste persona tu figura malhadada
hecha por completo de la primera caquita que cagaste.

No se sabe a ciencia cierta a qué vinimos en la instancia,
no se sabe nada de lo que afirman los creyentes
en la nada, esos dioses que les llenan todo agujerito elegible para el sexo,
esas oquedades que nos llenan a la hora de chupar buenas bananas
de Ecuador.

Estaría muy bien en estos tiempos derribar para siempre el Imperio
que se llevaba las bananas si podía y el té si lo dejaban
que se robó el petróleo libio por las dudas
y ahora sobrevuela con sus drones para liquidar en las escuelas
a los niños antes que sepan que está muy bien en estos tiempos
derribar el imperio de sus diarios cipayos.

Ahí está la lucha: En el discurso de los días nuestros
nos instalan palabras que suplantan al Te amo: Ellos dicen Cepo y cambiario, hijos de puta.
Se cagan en Lo siento. Escupen Crispación, esos guachos.
Obvian el Perdón porque no saben y de Gracias casi nada
porque es siempre interesada, esa putita.
Sin sus narices rojas, constitucionalistas berretas y filósofos de pacotilla
delinean el nuevo perfil de la ignorancia en nuestra estancia:
Saber todo sobre nada y en el medio...

Olvidar la teta que nos dieron aquel pedito la caricia que nos hizo, lo que somos
para opinar sobre lo que nos llega nos penetra nos seduce nos indigna
nos perturba nos hunde nos inunda nos confunde nos sobrepasa
hasta el punto en que creemos que no somos los que fuimos ni que somos lo que somos
sólo nos dicen qué palabrita repetimos y entonces sólo es posible recordar
qué polvito nos echamos ese gol que nunca hicimos la teta que no dimos
olvidamos lunas llenas gente buena que engendramos
la excelencia de ciertas cosas que brindamos a otros seres
porque el diario habla de súper lunas,
esas lunas que son de otros y son nuestras pero en el fondo son de nadie
porque se las apropia el diario la tele la radio hijos de puta
Quieren robarlo todo hasta la luna.

No podrán, no, no podrán.
Nuestra memoria nuestros sentidos
nuestras individualidades nuestros seres amados
nuestros yoes son por siempre nuestros.

No, no podrán
robar ni la teta ni la luna.
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